algo muy importante es cuidar nuestra salud!!
La Cocina Sana
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Hoy se
sabe que algunos métodos de cocina u alimentos son menos convenientes que otros
para la salud. En tanto, existen muchos secretos que permiten mejorar la forma
de cocinar y prevenir enfermedades. La cocina sana es una de las mejores
aliadas en la búsqueda de la longevidad.
¿A qué se llama cocina
sana?
Es el
arte de preparar los alimentos en forma saludable, minimizando los riesgos para
la salud que a veces implica la cocina tradicional. Básicamente se ocupa de
cómo evitar los excesos de grasas, colesterol y sal, relacionados con las
enfermedades cardíacas, arteriosclerosis, obesidad, hipertensión y ciertos
tipos de cáncer. Una de sus pautas más importantes es aumentar las proporciones
de alimentos de origen vegetal, como cereales, legumbres, frutas y hortalizas.
Por supuesto, el orgullo de la cocina sana es lograr más salud conservando e
incluso aumentando los buenos sabores.
Reducir
el consumo de sal, azúcar y grasa implica
beneficios para el corazón, el peso, los dientes y la presión sanguínea.
beneficios para el corazón, el peso, los dientes y la presión sanguínea.
La sal
se utiliza en la industria como conservante, ya que inhibe el desarrollo de
bacterias en la elaboración de alimentos como jamones, quesos, y conservas de
pescados, carnes y verduras. Los productos que contienen mucho sodio (sal) o
mucha azúcar no necesariamente poseen gusto muy salado o dulce. Por eso a veces
podemos creer que un alimento es conveniente cuando en realidad sería mejor
evitarlo.
La
necesidad diaria de sal es de sólo 6 gramos, cantidad que se encuentra
naturalmente en los alimentos, pero comúnmente se añade porque realza el sabor.
Así se llega a duplicar o triplicar la cantidad que necesitamos.
Para
evitar esto la cocina sana recurre a las hierbas y las especias, que añaden
aroma y sabor sin aumentar el nivel de sodio. Por otra parte, otorgan la
posibilidad de combinarse de múltiples formas y no aportan calorías. Se
recomienda condimentar primero con ellas, probar la comida, y luego, si hiciera
falta, agregar sal.
Dado que
muchas personas incorporan sal en forma mecánica antes de comer, no conviene
llevar el salero a la mesa. Asimismo, cuando se hierven verduras o fideos hay
que agregar la sal gruesa en el momento de la ebullición, para evitar que al
reducirse el agua queden salados por demás.
Por otra
parte, la cocina sana prefiere reducir al mínimo los alimentos ricos en sal
como salchichas y otros embutidos, fiambres, quesos duros y productos enlatados
en exceso (mucho control). Hay productos comerciales que en su etiqueta no
indican que poseen sal, aunque sí, por ejemplo, glutamato monosódico,
bicarbonato de sodio, citrato de sodio o sal de cebolla: todas esas sustancias
poseen sodio y conviene evitar un consumo excesivo.
Las
grasas son parte de muchos alimentos e influyen en su sabor, aroma y textura;
aportan muchas calorías y pocos nutrientes. Se clasifican en dos tipos:
saturadas y no saturadas.
Las
grasas de origen animal son muy saturadas; resultan perjudiciales para la salud
ya que elevan el colesterol en sangre y favorecen la formación de placas de
ateroma, que con el tiempo pueden derivar en arteriosclerosis. Cuanto más
saturada es la grasa, más firme es su consistencia a temperatura ambiente. La
manteca, por ejemplo, contiene alrededor de un 80% de grasas, de las cuales un
59% son saturadas.
En
tanto, las grasas de origen vegetal son principalmente no saturadas. Pueden
incluirse en la alimentación en proporciones adecuadas sin que produzcan
efectos no deseados. Al contrario, consumidas en reemplazo de las grasas
saturadas ayudan a disminuir el colesterol en sangre, manteniéndolo en niveles
bajos. Los aceites de maíz, uva, girasol, soja y oliva son grasas no saturadas.
El último, el aceite de oliva, ayuda especialmente a disminuir los niveles de
colesterol en sangre.
La
cocina sana utiliza el aceite en cantidades moderadas y reserva las frituras
para muy contadas ocasiones. Cuando se calienta el aceite a alta temperatura,
éste modifica su composición química y pasa a asemejarse a las grasas
saturadas, con sus mismos efectos. Una buena forma de dosificarlo es usar
aceite en aerosol, siempre con la sartén u olla alejada del fuego en el momento
en que se las rocía.
Los
productos lácteos (leche, yogur, leche cultivada, quesos) tienen grasas
animales, por lo que es preferible siempre que sean descremados. La manteca,
fuente de grasas saturadas y colesterol, puede evitarse completamente si se
reemplaza por quesos blancos o spray vegetal en el caso de la fritura.
La salsa
blanca, muy útil para reemplazar a la crema, puede hacerse sin manteca: mezclar
la leche descremada con almidón de maíz (maicena) y llevar al fuego a espesar.
Retirar y condimentar con sal, pimienta y nuez moscada; puede agregársele
aceite, sin someterlo a cocción.
El
azúcar constituye un combustible para el cuerpo: provee energía para el
metabolismo de los tejidos, especialmente los músculos y el cerebro. Pero
aporta muchas calorías y por lo tanto no conviene que la consuman en exceso
quienes tienen que adelgazar o mantener el peso; a la vez, favorece la
aparición de caries.
Está
presente en la mayoría de los alimentos (leche, cereales, legumbres, verduras,
frutas) naturalmente, por lo tanto no sería necesario agregarla en forma extra,
salvo por el deseo de sabores dulces. Es posible reemplazar el azúcar por
edulcorantes libres de Aspartamo, productos sintéticos de alto poder
endulzante. Otra manera es acostumbrar de a poco el paladar a tomar infusiones
sin azúcar.
Si no
queremos consumir azúcar debemos hacer una cuidadosa lectura de las etiquetas
de los productos comerciales. Muchos de ellos no indican que contienen azúcar
pero sí sacarosa, melaza, glucosa, fructosa, dextrosa, lactosa, sorbitol,
xilitol, manitol, que son diferentes tipos de azúcares.
En
cuanto a la miel, puede resultar ventajoso su uso en pequeñas cantidades debido
a su contenido en fructosa, que es más dulce que el azúcar común y por ello se
necesita menor cantidad para endulzar. Cuando se reemplaza el azúcar por miel
en una receta que incluye líquidos es necesario reducir la cantidad indicada de
este último.
Utilice
cereales (arroz, harina, pan) integrales en lugar de refinados. Aportan más
vitaminas, minerales y fibra.
Rescate las legumbres, a veces injustamente olvidadas. Ingénieselas para incluir en los platos lentejas, arvejas, porotos, habas.
Incluya ensaladas de diferentes combinaciones y colores. La variedad de colores asegura diferentes nutrientes,
Tenga siempre en la heladera o en canastas dos o tres variedades de fruta.
Ofrézcaselas a chicos y grandes como colaciones entre las comidas principales.
Inclúyalas en preparaciones: licuados, jugos, ensaladas, flanes, gelatinas, carnes, purés.
Las frutas y hortalizas ricas en vitamina C (cítricos, frutillas, tomate, kiwi, repollo, ají) que se utilizan crudas no deben cortarse mucho tiempo antes de servirse porque el contacto prolongado con el aire conduce a perder esta vitamina.
Hierva las verduras de hoja a fuego lento sólo con el agua del lavado, sin agregarle más líquido, para que no se pierdan los nutrientes.
Lave bien las papas y hiérvalas con cáscara y apenas la cantidad suficiente de agua como para cubrirlas. Al vapor o al horno también conservan mejor sus propiedades.
Si las pela, hágalo con pela papas para no desperdiciar la parte más nutritiva, que es la cercana a la cáscara.
Una forma de conservar las propiedades benéficas de los alimentos, en especial de las carnes, es cocinarlos primero a fuego fuerte y luego bajar a mediano o mínimo.
Así se sellan –cierran sus poros- y conservan más los jugos y nutrientes. Hay que rociar la carne -y no la sartén con aerosol vegetal para que el aceite no se queme en la cacerola, lo cual no es saludable.
Un modo sano de rehogar cebolla, zanahoria, ají u otra hortaliza: caliente el recipiente, retírelo del fuego, agregue la verdura y rocíela por encima con spray vegetal. Luego lleve al fuego mediano y revuelva.
Las yemas de huevo aportan alta cantidad de colesterol. Como conviene no consumir más de cuatro por semana, puede reemplazarse una yema por dos claras.
Quite toda la grasa visible a las carnes antes de cocinarlas. Prefiera la cocción al horno, plancha, parrilla.
Reemplace la fritura por cocción al horno. Coloque en el horno un recipiente con agua para que el ambiente se mantenga húmedo y los alimentos no se sequen.
Use leche y derivados descremados. Puede reemplazar la crema por salsa blanca preparada sin manteca, queso blanco o yogur natural.
Rescate las legumbres, a veces injustamente olvidadas. Ingénieselas para incluir en los platos lentejas, arvejas, porotos, habas.
Incluya ensaladas de diferentes combinaciones y colores. La variedad de colores asegura diferentes nutrientes,
Tenga siempre en la heladera o en canastas dos o tres variedades de fruta.
Ofrézcaselas a chicos y grandes como colaciones entre las comidas principales.
Inclúyalas en preparaciones: licuados, jugos, ensaladas, flanes, gelatinas, carnes, purés.
Las frutas y hortalizas ricas en vitamina C (cítricos, frutillas, tomate, kiwi, repollo, ají) que se utilizan crudas no deben cortarse mucho tiempo antes de servirse porque el contacto prolongado con el aire conduce a perder esta vitamina.
Hierva las verduras de hoja a fuego lento sólo con el agua del lavado, sin agregarle más líquido, para que no se pierdan los nutrientes.
Lave bien las papas y hiérvalas con cáscara y apenas la cantidad suficiente de agua como para cubrirlas. Al vapor o al horno también conservan mejor sus propiedades.
Si las pela, hágalo con pela papas para no desperdiciar la parte más nutritiva, que es la cercana a la cáscara.
Una forma de conservar las propiedades benéficas de los alimentos, en especial de las carnes, es cocinarlos primero a fuego fuerte y luego bajar a mediano o mínimo.
Así se sellan –cierran sus poros- y conservan más los jugos y nutrientes. Hay que rociar la carne -y no la sartén con aerosol vegetal para que el aceite no se queme en la cacerola, lo cual no es saludable.
Un modo sano de rehogar cebolla, zanahoria, ají u otra hortaliza: caliente el recipiente, retírelo del fuego, agregue la verdura y rocíela por encima con spray vegetal. Luego lleve al fuego mediano y revuelva.
Las yemas de huevo aportan alta cantidad de colesterol. Como conviene no consumir más de cuatro por semana, puede reemplazarse una yema por dos claras.
Quite toda la grasa visible a las carnes antes de cocinarlas. Prefiera la cocción al horno, plancha, parrilla.
Reemplace la fritura por cocción al horno. Coloque en el horno un recipiente con agua para que el ambiente se mantenga húmedo y los alimentos no se sequen.
Use leche y derivados descremados. Puede reemplazar la crema por salsa blanca preparada sin manteca, queso blanco o yogur natural.
Este es
uno de los métodos de cocción más simple, sana y natural para que los alimentos
conserven todas sus vitaminas y minerales, y su color. Quedan muy aromáticos y
apetitosos.
Para
cocinar al vapor se puede recurrir a una vapor hiera eléctrica o a una cacerola
especial, si se dispone de ellos.
El
método es simple. La cacerola lleva un poco de agua y los alimentos se disponen
en el canasto, que no toca el líquido. Se tapa, se lleva al fuego y el vapor
caliente realiza la cocción en un tiempo un poco más largo que lo común.
Recuerde
que la cacerola debe ser lo suficientemente grande como para permitir que el
vapor circule libremente en su interior, a fin de asegurar que los alimentos se
cocinen en forma pareja. Para agregar sabor se puede incorporar al líquido del
recipiente especias, hierbas o vino.
Hay
algunos secretos. Por ejemplo, conviene ubicar los tallos gruesos en el fondo
del colador y las partes más tiernas arriba. Si el colador es grande se puede
preparar un mini puchero con cualquier tipo de carne, colocando la carne al
principio y más tarde los otros ingredientes.
Cuide
que el líquido del fondo del recipiente no se evapore totalmente; conviene
mantener aparte un recipiente con agua hirviendo para agregar cuando sea
necesario sin retardar la cocción. Es útil colocar unas piedras pequeñas en el
fondo de la cacerola: cuando hagan ruido indicarán que el nivel del agua se ha
reducido demasiado.
De la
amplia cantidad de utensilios e implementos de cocina que se encuentran al
servicio de las amas de casa de hoy, hay algunos que la cocina sana considera
infaltables:
Pela
papas, para quitarles a las hortalizas el mínimo de cáscara, ya que es cerca de
ella donde se concentra la mayor cantidad de nutrientes.
Cacerolas, planchas y sartenes de material antiadherente (tipo teflón).
Canastitos de acero inoxidable adaptables, llamados vaporines, que se colocan dentro de las cacerolas para lograr la cocción al vapor. También útiles -aunque más caras- son las cacerolas especiales para cocinar al vapor, que se colocan superpuestas, además de las vapor hieras eléctricas.
Cacerolas, planchas y sartenes de material antiadherente (tipo teflón).
Canastitos de acero inoxidable adaptables, llamados vaporines, que se colocan dentro de las cacerolas para lograr la cocción al vapor. También útiles -aunque más caras- son las cacerolas especiales para cocinar al vapor, que se colocan superpuestas, además de las vapor hieras eléctricas.
Papel de aluminio.
Viene en
rollo y se utiliza para envolver alimentos cuando se cocinan al horno. Sirve
para proteger las superficies externas de la acción del fuego fuerte, y también
para permitir que el calor siga actuando unos momentos más después de apagado
el fuego. Por ejemplo, a veces se cubren con papel de aluminio las alas del
pollo, a fin de que queden protegidas mientras el resto del pollo se cocina
durante más tiempo. Con este papel se logra también cocinar una carne en su
propio jugo, sin que éste se disemine en la fuente. Además se usa para forrar
moldes que estuvieron en desuso.
Papel adherente.
Estas
hojas de plástico transparente pueden usarse para envolver alimentos y
recipientes abiertos que van a la heladera. De este modo se conservan mejor.
Cucharas de madera,
que no
raspan el aluminio de las cacerolas.
Tablas circulares para cortar pizzas y tartas sobre la madera en lugar del aluminio.
Tablas circulares para cortar pizzas y tartas sobre la madera en lugar del aluminio.
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